La economía mexicana tiene trabas que encarecen su funcionamiento. Las consecuencias son obvias: ineficiencia en la asignación de recursos tanto sectorial como regionalmente, bajas tasas de ahorro e inversión y, por lo mismo, acumulación de capital físico en planta, maquinaria, equipo e infraestructura.
Todo esto se ha traducido en bajas tasas promedio de crecimiento del PIB y la persistencia de elevados índices de pobreza, lo que inhibe mayor incremento en el bienestar de la población.
El Economista, 22 de abril, 2024.